Entre el Evangelio y la Rutina: Cómo Mantener el Fervor Espiritual en la Vida Conyugal del Diácono
La vida del diácono permanente es un constante equilibrio. Se desdobla entre las exigencias del ministerio, las responsabilidades laborales y, quizás lo más importante, el corazón de su vocación: su vida conyugal y familiar. Es fácil que la rutina diaria, las presiones del ministerio y las distracciones del mundo apaguen poco a poco el fervor espiritual que una vez encendió la llama del matrimonio y del diaconado.
Pero no tiene por qué ser así. Mantener ese fuego encendido es posible, y es una tarea que requiere intencionalidad, disciplina y la gracia de Dios. Aquí te ofrecemos algunas claves prácticas para que, como diácono casado, tu vida conyugal no solo sobreviva, sino que florezca en fervor espiritual.
1. La Oración Conyugal: El Combustible del Alma Compartida
La oración no es solo una actividad personal; es el latido de la vida espiritual de la pareja.
Momentos de oración fijos: Establezcan un momento inquebrantable cada día para orar juntos. Puede ser al levantarse, antes de cenar o al acostarse. Lo importante es la constancia. Unos pocos minutos de oración compartida son más poderosos que largas sesiones esporádicas.
Contenido sencillo y profundo: No necesitan grandes oraciones. Pueden rezar el Padre Nuestro, un Ave María, leer un versículo del Evangelio y compartir una breve reflexión, o simplemente presentarle a Dios sus intenciones y agradecimientos. La autenticidad es clave.
El Rosario en pareja (o en familia): Si es posible, incorporen el rezo del Rosario. Es una oración mariana que tiene un poder inmenso para unir a la pareja y a la familia en torno a Cristo.
Oración espontánea en momentos clave: Ante una dificultad, una decisión importante, o una alegría, tómense de las manos y eleven una oración espontánea. Esto fortalece la certeza de que Dios está presente en cada aspecto de su vida.
2. El Diálogo Espiritual: Compartiendo el Camino Interior
La comunicación va más allá de lo cotidiano; debe adentrarse en la dimensión espiritual.
Momentos de "chequeo espiritual": Una vez a la semana o cada quince días, dediquen un tiempo para hablar específicamente de su vida de fe. ¿Cómo se sienten espiritualmente? ¿Hay algo que les preocupe o les dé alegría? ¿Cómo están viviendo el Evangelio en su día a día?
Lectura espiritual compartida: Elijan un libro de espiritualidad, una encíclica o un pasaje bíblico para leer juntos y luego dialogar sobre lo que les ha impactado. Esto nutre su mente y su espíritu al unísono.
Compartir las experiencias del ministerio: El diácono debe compartir con su esposa las alegrías, los desafíos y las frustraciones del ministerio. Que ella no se sienta ajena a su servicio, sino parte activa y orante. Ella es tu principal apoyo y consejera.
Apoyo y ánimo mutuo: Recuérdense el uno al otro la importancia de la oración, la Eucaristía, la confesión. Anímense mutuamente a buscar al Señor en los momentos de desánimo o rutina.
3. Los Sacramentos: Fuente Inagotable de Gracia
La participación regular en los sacramentos es esencial para renovar el fervor.
Eucaristía dominical (juntos): Prioricen asistir a la misa juntos, incluso si el diácono no está sirviendo. Recibir la Eucaristía como pareja fortalece su unión en Cristo y les da la gracia necesaria para su vocación.
Sacramento de la Reconciliación: Acudan juntos o por separado, pero con regularidad, al sacramento de la confesión. La purificación del alma renueva la alegría y la paz, esenciales para el fervor.
Renovar las promesas matrimoniales: Cada aniversario, o en momentos especiales, recuerden y renueven las promesas que hicieron el día de su matrimonio. Esas promesas son el cimiento de su amor y su misión.
4. El Servicio Conyugal: Evangelizando en el Hogar y Más Allá
El fervor no es solo intimidad con Dios, sino también la caridad vivida.
Servicio mutuo en el matrimonio: La caridad empieza en casa. Servirse el uno al otro con amor, paciencia y generosidad en las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Este servicio es un testimonio silencioso del amor de Cristo.
Proyectos pastorales compartidos: Si es posible, involúcrense juntos en algún apostolado o servicio en la parroquia. Esto fortalece la unidad en el ministerio y les permite crecer espiritualmente como equipo.
Testimonio de vida en el hogar: La forma en que viven su fe, educan a sus hijos y se relacionan entre ustedes es el primer y más poderoso evangelio que presentan al mundo. La alegría, la paz y la paciencia en el hogar son contagiosas.
Mantener el fervor espiritual en la vida conyugal del diácono no es un lujo, sino una necesidad vital. Es la fuente de la que bebe su ministerio y el cimiento sobre el que se construye su familia. Al integrar el Evangelio en la rutina diaria, la pareja diaconal no solo se fortalece a sí misma, sino que se convierte en un faro de luz y esperanza para toda la comunidad.
¿Qué prácticas han encontrado ustedes más efectivas para mantener el fervor espiritual en su matrimonio diaconal? ¡Compartan sus ideas!
Redacción: Carlos Alberto Isaza Bonilla

No hay comentarios.:
Publicar un comentario